miércoles, 29 de agosto de 2012

En Ibiza no hay crisis!

Entrar en Ibiza fue como volver a la civilización pero en su vertiente negativa: puertos abarrotados, sin espacio para nuestro pequeño velerito, precios desorbitados, y muchos, muchos turistas. Pudimos al fin conseguir un amarre en Marina Botafoch, donde a pesar de su elevadísimo precio, nos cobrarían también por cada vez que fuéramos al baño, ya fuera para ducharte o para orinar. Lo nunca visto! Todo ello quedó compensado por las bonitas vistas a la colina donde se asienta el pueblo de Ibiza, con Dalt Vila en su cima.
Otro espectáculo digno de presenciar era el desfile de gente guapa (especialmente chicas muyyy guapas) y adinerada que se producía en el club náutico tras la llegada de los "megayates" que venían de bañarse y pasar el día en las playas de Formentera.


Al día siguiente, tras el baño en la cercana playa de Talamanca y después de ver la final olímpica de basquet (qué lástima!), decidimos visitar Ibiza. Hay unas barcas, que a modo de autobús, te transportan de los clubs náuticos al pueblo y viceversa, evitándonos de este modo y en pleno Agosto, la larga caminata que bordea toda la bahía hasta Ibiza.


Estuvimos paseando por sus estrechas y pintorescas calles hasta la hora de cenar. Tuvimos la suerte de conseguir una mesa en una transitada y muy animada calle de Dalt Vila, en la que los artistas, payasos, etc. nos ofrecieron una agradable cena-espectáculo.


Al día siguiente nos fuimos a Santa Eulalia del Río y por el camino paramos a hacer un par de baños en dos bonita playas: Sol d'en Serra y Cala Llonga, con aperitivos y descansos en el barco incluidos.


En Santa Eulalia todo es distinto. Se palpa un turismo mas familiar, mas tranquilo y sosegado que en la vecina Ibiza, y sin problemas para conseguir amarre. Es agradable salir a pasear, de compras o subir a la bonita iglesia que corona al pueblo.


Ver Ibiza2 en un mapa más grande

Por la noche, de nuevo, la estupenda guía que compró Isabel nos recomienda cenar en el Rincón de Pepe, donde el Sr. Pepe (suponemos) nos agasjó con su estupendo e inacabable surtido de tapas. Fué una cena estupenda.
Al día siguiente, y con toda la tranquilidad del mundo, decidimos hacer el salto a la isla de Mallorca. Y yo, también con toda la tranquilidad del mundo, engañe a la tripulación y a mí mismo, diciéndoles que en cinco horas estriamos en la isla vecina. Qué fallo! Fueron nueve horas de navegación, entrando a puerto en la oscuridad de la noche.¡Eso es lo que pasa cuando no se planifica la navegación la noche antes! Aún así, la navegación fue genial, con vientos favorables que evitaron arrancar motor y con el avistamiento de un gran delfín que nos pasó bajo la proa del Saiol, cuando ya nos despedíamos de Ibiza frente a la isla de Tagomago.


Ver Ibiza3 en un mapa más grande

Parece ser que en este viaje estamos de suerte con los vientos ya que, exceptuando el paso por el delta del Ebro (sin viento), hemos tenido vientos portantes o de través en las travesías largas, que nos han llevado a Ibiza y a Mallorca a una buena velocidad. Que dure! ya que esto no es lo habitual cuando se navega por el Mediterraneo.

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